La sobre-protección

 

Todo padre o madre se entusiasma con la llegada de un hijo, cuando este es esperado con ansias; no importa si es el primero, el segundo o el último.

Su llegada causa tanta emoción que solo piensan en su protección y, y cuidar de él para no le falte nada.

Es que sin duda alguna un buen padre y una buena madre siempre van a querer lo mejor para sus hijos, e incluso que tengan lo que ellos no pudieron obtener.

Pero que pasa cuando este amor excesivo y toda esa protección se convierte en una sobre-protección; los hijos se sienten asfixiados y empiezan a ver a sus padres como una especie de ogros  en los cuales no se puede confiar.

Y buscan a terceras personas para contarles sus problemas o emociones ya que no tienen la confianza suficiente en sus padres como para recibir un buen consejo, ya que estos los reprenderían.

Y así como llegan a convertirse en una especie de enemigos en los que no se puede confiar y la comunicación entre estos dos bandos se hace escasa o nula.

El problema es que los padres deben entender que los hijos son prestados y que crecerán y desearán tomar su rumbo. Y lo único que consiguen con esa actitud es alejarlos de ellos, cuando la idea es convertirse en su mejor amigo y confidente.

La sobre-protección solo hará que ellos se sientan inseguros y no ser capaz de solucionar sus propios problemas. Y si por cosas del destino los padres llegarán a faltarles los hijos serán los más perjudicados ya que siempre estuvieron bajo las alas de sus ángeles guardianes, y si tropiezan y caen no serán capaces de levantarse solos porque siempre hubo alguien pisando sus talones.